El futuro cuenta con Álvaro Lorenzo, que corta la primera oreja de las Fallas

Alcurrucén lidia un encierro justo de presentacioión pero con tres ejemplares con posibilidades

Como una bocanada de aire fresco llegó Lorenzo a las Fallas. Estuvo francamente bien con el que cerró plaza, muy firme y sincero. Animoso, resolviendo con facilidad y ofreciendo un toreo de fibra y hondura. Hasta el que hizo sexto, la tarde no se levantó. El animal tuvo virtudes y el torero toledano supo someterlo, llevarlo largo y por abajo y romperse con él con poderoso mando. Se apreció desde el primer momento. El saludo capotero fue personal y suave, con el que ganó terreno al toro para llevarlo a los medios y dejar una buena media. Desde ese momento la plaza se despertó del letargo y entró de lleno en la faena de Lorenzo, que tuvo dimensión, profundidad y ligazón por el pitón derecho y momentos de bello dibujo al natural. Hubo un memorable pase de pecho como mandan los cánones, despacio y al hombro contrario. La colocación fue impoluta, ofreciendo el pecho en los cites y llegando con los vuelos de la muleta a la cara. El joven diestro insistió por el derecho y el toro, por ende, respondió con su manejable durabilidad.

En su primero, el espada toledano se encontró con un toro que rehuyó la pelea en todo momento y que se aculó en tablas. No pudo hacer nada. Se puso complicado y dejó una estocada desprendida tras dos golpes de verduguillo. Su quehacer fue silenciado. El toledano ha dejado la sensación de joven promesa.

Abrió la tarde un buen toro, de nombre «Codicioso», cinqueño; hondo de forma y frío en el fondo de inicio. Noble pero exigente y en el tercio de banderillas desarrolló alegría y son en su embestida; cuando iba, se entregaba. El toro, como la mayoría de sus hermanos, acabó aquerenciado en toriles. Por el pitón derecho, el mejor del toro, tuvo ritmo y recorrido que no aprovechó en su totalidad Juan Bautista. Faena plúmbea, desigual y desconfiada. Buena estocada del francés, que hizo rápido efecto por el derrame que provocó. Tras un aviso, el torero recibió división de opiniones al saludar. El que hizo cuarto fue un animal con calidad, que se arrancó con alegría y empujó en el caballo. El francés le dio distancia pero nunca potenció el recorrido que tuvo el burel. De nuevo, el toro, «Rompe-charcos», número 121, colorado bragado, de 500 kilos, como su hermano de lote, se fue con las orejas al desolladero. Bautista, frío y desangelado, despenó al toro de una estocada defectuosa.

Jiménez Fortes , con su valor de ley, pasó por Valencia sin pena ni gloria. En su primera demostró asiento y mando sobre la desganada embestida del alcurrucén. En su segundo, un auténtico mulo, el malagueño no tuvo opción.

Polémico indulto en Illescas
José María Manzanares ha indultado un toro de la ganadería de José Vázquez de manera antirreglamentaria por tratarse de una plaza de tercera. El alicantino, que había cortado una oreja en el primero de su lote, cobró los dos trofeos y el rabo simbólico del citado sexto. De no haberse producido el indulto, que parece ser fue solicitado por insistencia por parte del matador, la tarde hubiera sido triunfal y no triunfalista. Pepe Luis Vázquez, que reaparecía por un día, dio una vuelta al ruedo y fue ovacionado. Por otro lado, Morante de la Puebla, cortó dos orejas tras una gran faena y fue silenciado en una tarde que se recordará por la polémica del sexto.

Jaime Roch

(Crónica publicado en el periódico LEVANTE-EMV en la edición de papel de 14.03.2017, Valencia)

 

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