Tarde de un puñado de emociones y espectáculo grande. Un gozo. Seis orejas se repartieron los tres diestros que lidiaron una interesante corrida de Victoriano del Río, destacando el quinto premiado con la vuelta al ruedo. Vivimos al Enrique Ponce de la hondura y la naturalidad, del sentimiento por encima del músculo; el magnetismo muletero de El Juli, dominador total de las embestidas de sus antagonistas; y la dulzura y las ganas de ser alguien de Jesús Duque.
Enrique Ponce tocó las dos caras del toreo, la gloria y la tragedia. Desorejó a su primero donde acentuó las virtudes del toro, toreando templado y estando muy firme. Dejó los mejores pasajes por el pitón izquierdo, dibujando naturales plenos de poder, clase y verdad. Sabía que era una de las faenas con la que conmemoraba los veinticinco años de alternativa y se tiró a matar. El toro lo prendió por el muslo y en el suelo le propinó una cornada en la axila derecha de 25 cm. con fractura de clavícula incluida. Antes, brindó al cielo en memoria de su abuelo -la cuarta vez en su carrera que le brindaba-. No olvidemos que Ponce está rico y es figura del toreo pero ahí sigue, dando ejemplo de su afición. Grande y gracias.
El Juli tuvo que matar tres toros, los dos reglamentarios y el de Ponce. Sólo le falló la espada a la hora de matar porque el madrileño tuvo una tarde colosal. Toreó a la perfección a su segundo al que le cimentó una faena que llevó por bandera el poder y la entrega. Los muletazos estaban plenos de longitud, mano baja y profundidad. Los asistentes allí enloquecíamos viendo como por ambos pitones lo cuajaba con gran autoridad. Lo pasaportó al segundo intento y el presidente sólo le concedió una oreja. Cortó otra oreja del que cerró plaza, un toro al que le faltó fuelle pero que la inteligencia de El Juli lo supo exprimir. Plasmó al natural los pasajes más lucidos, toreando con largura y despaciosidad. Vibramos y a pesar de los dos golpes de descabello que necesitó el cornúpeta para doblar, la afición le pidió la oreja que le daba la llave para salir a por la puerta grande.
Valencia tiene un nuevo torero en órbita y es Jesús Duque. Desorejó a su bravo segundo, un toro de vuelta que tuvo entrega en su embestida. El de Requena estuvo a la altura del burel y lo toreó encajado, desprendiendo belleza en cada muletazo. Lo mató de una estocada trasera pero efectiva y la plaza se tiñó de blanco. Con el toro de la alternativa se mostró seguro y firme dibujando muletazos atesorados de belleza.
Valencia. Martes 18 de marzo. Toros de Victoriano del Río, bien presentados, de juego desigual. Destacaron sobre todo los bravos 4º y 5º, este último, nº 55, «Cantaor», negro mulato, de 570 kilos, premiado con la vuelta al ruedo. Enrique Ponce: Dos orejas.; El Juli: Ovación con saludos, oreja tras aviso y oreja; Jesús Duque, que tomaba la alternativa: Vuelta al ruedo y dos orejas. Entrada: Lleno. Jesús Duque se doctoró con el toro «Jilguero», nº 90, tostado bragado, de 520 kilos.