Adiós al mejor ganadero del siglo XX

Victorino Martín fallece a los 88 años en su finca de Cáceres tras sufrir un rictus

Victorino Martín sale a hombros de Las Ventas junto a Esplá, Ruiz Miguel y Palomar en la «Corrida del Siglo»

El campo bravo se ha quedado sin uno de sus referentes. Victorino Martín Andrés falleció ayer a los 88 años en su finca de Monteviejo, en Cáceres, tras sufrir un ictus el pasado domingo. Su familia descartó la idea de hospitalizar al ganadero ante la irreversibilidad del accidente cerebrovascular.

Para Victorino Martín, vivir consistía en no detenerse con la independencia que aporta la bravura y la fuerza que añade la emoción. A los diez años tuvo que hacerse cargo del estanco familiar -donde nació en 1929- tras el fusilamiento de su padre en la matanza de Paracuellos o cuando el semental “Hospiciano”, de nueve años, le propinó ocho cornadas y se quedó clínicamente sin vida. En 1960, joven analfabeto y sin dinero aunque con la inteligencia de un veterano superviviente, dejó la carnicería que ostentaba y compró, junto a su hermano Adolfo Martín, la ganadería de Escudero Calvo para salvar a los albaserradas de la oscuridad del matadero y lograr, junto a ellos, ser el mejor ganadero del siglo XX.

A principios de los años 80, a Victorino Martín le llamaban despectivamente “El Cateto de Galapagar” pero pronto llegaron los triunfos en Las Ventas y cambiaron de opinión. Nadie le discutió nunca su concepción de la bravura: el toro es el que suma la importancia de una faena. Su única obsesión. A mayor casta, mayor interés y, por ende, mayor consideración.

El primer festejo que lidió en Madrid recibió 23 puyazos y Livinio Stuyck le compró otras dos corridas de toros. Victorino alzó el vuelo ganadero y en el verano de 1969 llegó el encuentro de Andrés Vázquez con “Baratero”, primer toro premiado con la vuelta al ruedo en Las Ventas e hijo del semental “Hospiciano”, aquel que pudo matarle; en 1982, Ortega Cano tuvo un capítulo para la historia con “Belador”, el único toro indultado en Madrid. Ese mismo año, Esplá, Ruiz Miguel y Palomares salieron a hombros junto a Victorino en la llamada “Corrida del Siglo”.

Para Victorino Martín, vivir consistía en no detenerse con la independencia que aporta la bravura y la fuerza que añade la emoción

Su trayectoria en València es intachable. Su mejor encierro llegó en el mes de julio del año 2000 con Zotoluco, Óscar Higares y José Luis Moreno en el cartel, donde se cortaron cinco orejas y el ganadero dio la vuelta al ruedo tras finalizar el festejo. Otro episodio que se recuerda fue la tarde de 1995 en la que Enrique Ponce se enfrentó a seis animales con el hierro de la “A” coronada en el coso de la calle Xàtiva y cortó dos orejas.

La cumbre de su creación llegó con “Cobradiezmos” el año 2016 en la Maestranza de Sevilla, un toro indultado de forma unánime por Manuel Escribano. Su hijo Victorino Martín García, su nieta Pilar y sus bisnietos son continuadores directos de la gloria del patriarca, un hombre libre, elegante y valiente que comprendió que pertenecía a la insólita generación de esos seres que creen en la bravura como sinónimo de libertad. Su legado es el ejemplo.

Luis Francisco Esplá sobre Victorino Martín:

Victorino es un alquimista maravilloso

 

Luis Francisco Esplá. Foto: Juan Pelegrín

«Victorino Martín es una referencia en el mundo del toro y es el eslabón más importante de estos cien años en la ganadería. Es el ganadero necesario para no perder de vista el pasado y el espectáculo total. Encadena un concepto de toro con el toro moderno porque es el único ganadero que ha adaptado el toro a cada momento sin perder su personalidad», afirma el diestro alicantino y apoya su opinión en que «otros criadores sacrificaban parte del material genético para obtener el toro actual y Victorino en ningún momento desdeñó ese material sino invirtió en él y le incorporó las claves del toreo moderno. Es decir: vertebró con la genética oriunda de Albaserrada toda su labor. Nunca estuvo dispuesto a sacrificar ese tesoro genético como el encaste Albaserrada. Victorino es un alquimista maravilloso en el sentido de que no ha prescindido de todo el legado genético y ha logrado el milagro de incorporarlo al toreo moderno», sentencia Luis Francisco Esplá.

A la pregunta de cómo se incorpora el Victorino al toreo moderno, Esplá responde «porque empieza a moverse en las ferias. Creo que festejo decisivo es la Corrida del Siglo porque se televisó tres veces y la vio todo el mundo». El torero manifiesta que «el personaje contribuyó mucho crear su fama porque siempre dio la fama por el toro y la afición. Victorino fue el único ganadero que fue a recoger el Serrucho de Oro (un premio ofensivo que daban los franceses) porque estaba seguro de que no había tocado a sus toros. Decisión y seguridad en todos sus movimientos. Si hubiese jugado al póker, hubiese sido el mejor jugador del mundo. A parte de tener buenas cartas, las empleó en el momento ideal. Victorino Martín compró una cosa que estaba al borde del precipicio y en menos de 50 años le dio el prestigio que otros hierro necesitaron 100 o 150 años para conseguir y eso demuestra quien era el ganadero. Una auténtica referencia. Por una inteligencia natural, es decir, pura intuición».

A Victorino le gustaba mucho el toreo de Domingo Ortega y yo intentaba estar en esa línea porque he llegado a torear victorinos “andando”

Esplá, con 66 corridas de toros de Victorino lidiadas, 122 reses, 36 orejas, 1 rabo y 6 puertas grandes, es el tercer matador de la historia en la ganadería de la A coronada que más festejos ha toreado por detrás de Ruiz Miguel -el primero- y Antonio Ferrera. El torero desgrana al toro Abarrada: «La embestida es lo que les diferencia: mientras que todos los ganaderos les piden a sus toros que galopen, el toro de Victorino trota e incluso anda y eso le da una emoción contenida al toreo extraordinaria. Aunque cuando el toro va andando hacia los engaños, tiene mucho tiempo para pensar su trayecto, y si no quiere cogerlos, reacciona con rapidez porque no ha creado una inercia que no le permita cambiar de viaje. El toro de Victorino puede cambiar de viaje en cualquier momento y esa característica le da emoción y a la vez complicación», El coletudo cuenta su relación con Victorino: «Le gustaba mi tauromaquia. Yo he tenido amistad con tres ganaderos con los que nunca he discutido: Alfonso Guardiola, Pablo Mayoral padre y Victorino Martín. Con ellos siempre aceptábamos las limitaciones mutuas y eso me ha hecho entenderme muy bien con él. A Victorino le gustaba mucho el toreo de Domingo Ortega y yo intentaba estar en esa línea porque he llegado a torear victorinos ‘andando’ y me decía que ‘muy bien’ porque cuando no se podía, había que aplicar esa tauromaquia”. Yo entendí su material, aplicaba una tauromaquia muy particular para lidiarlo y él disfrutaba con los toreros que comprendían sus animales», aclara.

Sobre su trayectoria destaca la tarde de su debut con los victorinos en la plaza de Linares del año 1978 junto a Paco Bautista y Miguel Márquez: «Le corté cuatro orejas y un rabo y me hizo pensar que el encaste de Victorino era fácil hasta que salieron los otros toros. Esa tarde la recuerdo con mucho cariño porque había conseguí dar en las claves de ese encaste». Sobre sus tardes en Las Ventas: «Me quedo con las tarde 1999 en Las Ventas. Esa tarde había muchas tensiones añadidas a la corrida porque viví aquel cerco de los empresarios y Victorino no me falló y por eso no di la vuelta al ruedo porque aquel último toro, donde corté dos orejas, que le correspondía en suerte a El Califa (herido esa tarde) fue un regalo del destino y no merecía exhibirlo».

Jaime Roch

(Artículo publicado en el periódico LEVANTE-EMV en la edición de papel de 04.10.2017, Valencia)