Canito, mucho más que un fotógrafo

Canito  “Como fui torero, sabía el momento justo”

Canito en su piso de Valencia / Foto: Javier Comos

Canito en su piso de Valencia / Foto: Javier Comos

Actual Premio Nacional de Tauromaquia. Francisco Cano Lorenza, «Canito», iba para figura del toreo cuando una cámara de fotos se cruzó en su camino. A sus a 102 años continúa en activo. No hay vida más documentada en la historia del toreo. Alicantino afincado en la capital del Túria es fotógrafo de fotógrafos, amigo de sus amigos. En definitiva, un artista, un profesional, un maestro. Y siempre con la gorrilla blanca.

Pregunta: El Ministerio de Cultura le ha concedido el Premio Nacional de Tauromaquia, dotado de 30.000 euros. ¿Qué va hacer con tanto dinero?
Respuesta: Me han dado más de doscientos premios ya pero quería que los galardones fuesen de pasta. Y este lo es. Me voy a gastar el dinero en comida y con los amigos, no se puede ahorrar nada, hay que moverlo y más a mi edad. 

 

P: Se ganó pronto la confianza y la amistad de Dominguín, Manolete, Juan Belmonte, entre otros.
R: Todo el toreo es amigo mío porque también sabían que yo fui torero profesional y había gente que me tenía envidia. Un día estábamos en el Hotel Palace, Manolete, su apoderado Camará y su primo hermano Cantiflas. Éste le preguntó al maestro cordobés: «Manolo, qué bien se esta hablando poco» y el diestro respondió: «Mejor se está callado». Y esto es lo mejor, estar callado, como dijo Manolete. 

 

P: ¿Cuándo aparece la gorrilla blanca de Cano?
R: Gracias a mi hijo Vicente, el mayor, que estaba trabajando en Alemania en la fabrica de automóviles Volvo y me envió un par de gorrillas blancas para España. Empezó limpiando y acabó de jefe supervisando el material realizado. Ahora, mi hijo tiene 80 años y me las hace un señor de Zaragoza.

 

P: Cuénteme los mejores momentos de su vida…
R: Con Manolete he disfrutado mucho, las cacerías con Franco y Dominguín son punto y aparte porque Luis Miguel y yo éramos como hermanos y con los Bienvenida casi me he criado. También me divertí con Orson Wels, las noches con Hemingway en Pamplona las recuerdo mucho y, sobre todo, con mi querida Ava Gardner lo he pasado en grande.

 

P: Cuál ha sido el mejor momento que ha pasado con Manolete…
R: Perdóname, pero con el maestro cordobés he pasado momentos muy buenos. El día de la desgracia de Linares me preguntó que cuantos hijos tenía, yo le dije que más de diez a pesar de que un toro de Coquilla me arrancara los «honores». Yo tenía cinco años más que él y, además, me hablaba de usted. Ha sido el torero que más me ha impactado, con el que más he sufrido y con el que más ha disfrutado. Ha sido una barbaridad. No habrá otro igual. 

 

P: Conoció a Juan Belmonte…
R: Sí, mucho. Fue una personalidad y su toreo, una revolución. Me acuerdo que le hice una fotografía en un festival orinando y las máquinas de aquellos tiempos hacían un ruido raro y el Pasmo de Triana se me quedó mirando y me dijó: “Cano, ¿también meando?” Y le contesté: “Hasta meando tiene usted arte don Juan”. Y empezó a reírse.
"El secreto está en apretar el momento"

«El secreto está en apretar el momento justo»

P: Con qué torero se queda, ¿con Belmonte o Manolete?
R: Vi pocas veces torear al Pasmo de Triana pero no se pueden comparar esos dos figurones porque son dos épocas distintas. Belmonte fue el padre de la Tauromaquia actual y trajo el toreo de cercanías. Pero el que más se ha arrimado aquí ha sido Manolete. 

 

P: ¿Cómo conoció a Ava Gardner?
R: La conocí en la plaza de toros, me dijo que iba a dar un homenaje a la prensa y que yo era el primero. Fui a la fiesta al Hotel Palace y a raíz de ahí hice una grandísima amistad con ella. No me he acostado con ella, le tenía gran respeto y admiración y ella a mí también. Me regaló una guitarra y me la dedicó: “A Canito para que toque maravillas”, y la vendí por dos mil euros.

 

P: ¿Qué me dice del Premio Nobel Hemingway?
R: Hemos vivido grandes noches juntos, para mí ha sido un monstruo como escritor y como persona. Yo soy católico a mi manera y todas las noche recuerdo a todos ellos haciendo un guiño al cielo.

 

P: ¿De qué tenía más ganas: de boxear, de enseñar a nadar o de torear?
R: ¡De torear! Yo hubiese querido ser figura máxima del toreo. Toreé treinta y nueve festejos y no hice el ridículo. El día de la muerte de Manolete estábamos en la habitación del Hotel Cervantes en Linares y me preguntó que cómo era como torero, le respondí que era el más torpe del mundo porque me cogían mucho los toros; el Cuarto Califa del Toreo me contestó que no era torpe lo que pasaba es que me quedaba quieto. Que eso te lo diga una figura de esa talla, imagina como me fui de allí… Le he llorado mucho a Manolete y aún sigo recordándole. El otro día fui a visitarle al cementerio de Córdoba y me emocioné mucho. El único torero que ha estado a la altura de Manolo ha sido el mexicano Carlos Arruza, se ponía a las mismas distancias que el maestro cordobés.

 

P: ¿Entonces después de Manolete está Carlos Arruza?
R: Sí, o Pepe Luis Vázquez y después Luis Miguel. Para mí todo el que se vista de torero tiene su mérito porque yo sé lo que es ponerse delante de un toro. Manolete, Pepe Luis Vázquez y Domingo Ortega o Luis Miguel Dominguín constituyen mi cartel preferido.

 

P: ¿A quién le ha llorado más a Manolete o a Montoliu?

R: A Manolete. Montoliu era amigo mío porque fue alumno de Paco Honrubia, banderillero de Valencia que hacía la suerte como pocos. Aquella fatídica tarde del 1 de mayo de 1992 le pregunté al jefe de sombra que cómo estaba el hombre y me dijo que había muerto. Iba a empezar a llorar y me dijo que parara porque la gente no lo sabía. Fue una gran persona y un gran banderillero.

P: ¿Usted cómo era como torero?

R: Era muy valiente, de bragueta. De arte también andaba bien. La gente me admiraba. A mi me hubiese gustado llegar lejos como torero. Como bien saben fui profesor de natación y boxeador. Manolete se enteró que le había pegado a mi padre y cuando éste me había dado un golpe yo le había dado seis o siete en la cara porque yo era boxeador.

P: ¿La imagen de la cuadrilla de Manolete llevándolo a la enfermería le hizo rico?
R: Gane un dinero pero no me hice rico porque me engañaron.

 

P: Usted nació en plena época dorada del toreo, de todos los conceptos que ha visto, de todos los toreros que ha fotografiado, ¿con cuál se queda?
R: Con Manolete, se arrimaba lo mismo en Foios, que en Madrid o Sevilla. Los compañeros le decían que no se arrimara tanto a lo que él contestaba que pagaban lo mismo en todos los sitios.

 

P: Los aficionados dicen que usted es el mejor fotógrafo taurino, ¿qué hay que hacer para conseguir una buena instantánea?
R: Eso dicen, yo no digo nada. A la gente le sorprendían mis fotos por buenas. Conocer el toreo ha sido fundamental, además de apretar en el momento adecuado. Ahora haces diez fotos y escoges la mejor.  Por eso, como fui torero, sabía el momento justo para disparar.

 

 P: ¿Se ha sentido torero haciendo fotos?
R: Sí. Cuando era torero y acababa de lidiar el toro que me correspondía, me ponía en el callejón a hacer fotos y de eso comía. El toreo me ha hecho feliz.

 

P: ¿Piensa que algún día la Fiesta de los toros se va a acabar?
R: La Fiesta no se va a terminar nunca porque es un tradición convertida en arte que forma parte de nuestra cultura.
Foto: Javier Comos

Foto: Javier Comos

Jaime Roch / Fotos: Javier Comos

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