Ricardo de Fabra, medio siglo de valentía

El valenciano tomó la alternativa el mismo día que se inauguraron las primeras reformas que se hicieron en la plaza de toros en las Fallas de 1968. Los toreros Julio Aparicio, Paco Camino, Emilio Muñoz y El Soro definen su concepto

La feria de hace medio siglo estuvo llena de sucesos. Las Fallas de 1968 se revelan con un destello intenso en la memoria colectiva y no sólo por la cantidad de triunfos obtenidos por los participantes sino porque también fue el ciclo de la inauguración de las reformas en el coso de Monleón después de un siglo de vida. València abrió una nueva puerta a la esperanza: dos alternativas en los dos primeros días de feria y la repetición de ambos toricantanos en los días siguientes de abono. El valenciano Ricardo de Fabra y el sevillano Manolo Cortés fueron los elegidos para tomar la alternativa.

Fabra tomó la alternativa de manos de Julio Aparicio y tuvo de testigo a Diego Puerta. Foto: Archivo.

Fabra Esteve fue el primer torero en estoquear un toro en la «plaza nueva» del “Cap i Casal”. El diestro valenciano nació el 17 de septiembre de 1945 en Alcàsser y tuvo importantes triunfos de novillero con picadores en València, motivos por los que tomó la alternativa en el ruedo de la calle Xàtiva. Fabra recibió los trastos de manos de Julio Aparicio y tuvo de testigo a Diego Puerta antes de estoquear a “Rondeño”, el toro de la ceremonia, marcado con el número 44 y con un peso de 466 kilos que perteneció a la divisa de Francisco Galache.

El maestro Aparicio describe a Ricardo de Fabra como “un torero con mucha personalidad y solera que nunca perdió la seriedad de su concepto”. La histórica figura sevillana recuerda la corrida inaugural del domingo 10 marzo como “un festejo con mucha responsabilidad porque los aficionados valencianos sabían de toros y su plaza, para mí, lo ha significado todo en el toreo. Había que estar a la altura de la tarde”, sentencia. Fabra salió a hombros con solo una oreja en el esportón junto a Diego Puerta, que cortó las dos orejas y el rabo. Aparicio dio una vuelta al ruedo.

El valenciano, según cuenta Recorte -crítico taurino de Levante-EMV en aquella época-, “no desentonó al lado de los veteranos maestros y demostró, un vez más, que quiere ser torero” (…) “Se mostró extraordinariamente valiente y con un derroche de voluntad en su afán de conquistar el triunfo” (…) “Fabra muleteó sobre la derecha, consiguiendo pases excelentes que se aplaudieron. Siguió muy valiente intercalando giraldillas, desplante también de rodillas en medio del entusiasmo del público y al son de la música”.

Paco Camino fue el triunfador del mencionado ciclo josefino con dos festejos gloriosos: en el primero cortó tres orejas y un rabo a los torrestresllas -acompañado de Paquirri y Miguel Márquez- y en el segundo obtuvo dos apéndices y un rabo de los pupilos de Pío Tabernero -junto a Ordóñez y Mondeño-. Camino, amigo de Ricardo de Fabra, cuenta que “era un matador con mucha garra que nunca se amilanaba. Su concepto era un conjunto de valentía y temperamento”. El Niño Sabio de Camas relata sobre sus dos tardes que “fueron de las más bonitas y emotivas en València, donde siempre salía a triunfar porque era el camino para llegar a Sevilla y Madrid”.

Fabra se presentó como matador en las principales ferias de España y el 12 de mayo de ese mismo año confirmó su alternativa en la Feria de san Isidro con el toro “Araño” de Benítez Cubero. José Manuel Inchausti, “Tinín”, fue el padrino y “Paquirri” actuó como testigo de la ceremonia. El 15 de mayo de 1983, en la corrida en honor a la Virgen de los Desamparados de Valencia, Ricardo de Fabra se despidió de los ruedos junto a El Soro y Emilio Muñoz frente a toros de Osborne. El torero de Alcàsser cortó una oreja y fue paseado a hombros por sus compañeros Valentín Pedrajas, Curro Valencia y Vicente Luis Murcia como broche de oro a su carrera. Juan Bautista Martí, su antiguo apoderado, y su compañero Emilio Muñoz le cortaron la coleta al final de la tarde. “Fabra siempre me pareció un torero honrado, sobrio y muy capaz. Lo daba todo en el ruedo. Tenía un concepto clásico en la línea de los valencianos” afirma Emilio Muñoz. “Fue un honor y una responsabilidad cortarle el añadido, de hecho, en mi despacho tengo un cuadro como agradecimiento de aquella tarde tan emotiva”, explica el coletudo sevillano.

Vicente Ruiz, “El Soro”, manifiesta que “Fabra ha sido uno de los mejores toreros que han representado al pueblo valenciano por su carisma”. El diestro de Foios también asegura que no era una época fácil para abrirse camino en el mundo del toro por la cantidad de figuras que competían y comenta que Fabra fue su ídolo de la infancia: “Ricardo toreaba por mi pueblo y los de alrededor y, al ver su concepto, yo construí el mío. De hecho, guardo una foto con mucho cariño de cuando yo era niño dando una vuelta al ruedo con él”. El Soro recuerda sobre la última tarde del valenciano que “pegó diez naturales extraordinarios a un toro muy serio”.

La despedida del coletudo de Alcàsser, como su alternativa, estuvo marcada por la emoción. El hecho de salir a hombros las dos tardes con tan solo una oreja marca la diferencia. Ricardo de Fabra es una apasionada invocación del pasado que marca el presente. Un símbolo de la torería valenciana más pura y más auténtica.

Jaime Roch

(Artículo publicada en el periódico LEVANTE-EMV en la edición del Extra de Fallas de 2018, Valencia)