Rincón, la conquista del César

“Hay que darle más importancia al toro”

El diestro colombiano reflexiona sobre la fiesta taurina y explica que la casta es lo que realmente emociona al público

Sus padres le pusieron Julio César de nombre augurando su mandato durante los veinticinco años que estuvo de matador de toros. Con la ambición propia del mejor general de Roma, su ascenso al poder llegó con sus cuatro puertas grandes en 1991 -dos seguidas en San Isidro-, un palmarés que sumó un total de seis salidas por el umbral madrileño. César Rincón afirma que su “identidad está en la faena a Bastonito de Baltasar Ibán en Las Ventas”, un explosión de torería y casta que removió el corazón de los aficionados más exigentes. Rincón, un torero de récord y un hombre de riesgos con un estilo breve y prudente en su palabra. La ley de un valiente sobre el cielo de Madrid.

César Rincón durante una de sus últimas corridas de toros. Foto: Archivo.

Actualmente, ¿se torea mejor que nunca?
Sí, y cada día somos más perfeccionistas en el mundo del toro. Muchas veces no valoramos el trabajo del ganadero para crear ese toro que permita realizar faenas de una gran plasticidad. Ahora, con un mínimo enganchón en la muleta ya nos quejamos y, antiguamente, los muletazos de las figuras del toreo se enganchaban por la casta de aquel toro. En la actualidad también se embiste mejor que nunca pero no hay que olvidar que la casta y la movilidad en el animal es lo que emociona al público.

 

¿Qué le pide a un toro?
Debe de ser bravo y encastado junto a una nobleza para que el torero pueda dominarlo. En la actualidad hay toros que se definen bravos y no tiene nada que ver. Es muy difícil dominar a un toro porque muchas veces no obedece a los toques pero existen otras lidias aplicables a este tipo de condiciones que también son muy emocionantes.

 

¿Qué es la bravura?
Es la capacidad que tiene el toro de embestir hasta el final de la lidia y la casta, el poderío que demuestra a lo largo de la faena. Creo que hay que dinamizar la suerte de varas porque la faena de muleta es larga y el toro tiene que repetir muchas veces embistiendo.

 

¿Por qué tiene esa visión?
Creo que la fiesta actual le da más importancia a la acometividad del toro en la muleta antes que en el caballo. La casta es lo fundamental para que haya emoción en la lidia pero cuando un toro impone su condición por fiero, la mayoría de toreros dejan de lidiar esa ganadería. A mí me ha pasado eso los toros que yo crío.

 

¿Dónde reside el problema?
En la selección del toro también radica el problema de la falta de casta. Se embiste mejor que nunca y se torea mejor que nunca pero las figuras sucumben al sistema y solo lidian su encaste preferido. Este hecho solo les beneficia a ellos porque muchas ganaderías históricas se han perdido.

 

Entiendo.
Cuando yo irrumpí en la tauromaquia durante los años 90, las figuras mataban una variedad de encastes impresionante porque sus antecesores también lo hicieron. Ahora, esto no ocurre y se ha adoptado una mala moda.

 

¿Las figuras buscan el toro más dócil?
Sí, quieren el animal que tenga más nobleza, con el que es más fácil ponerse delante pero cuando sale uno bravo de verdad y tiene ese grado de casta es muy difícil torear. La mayoría de toros se van sin saber lo que llevan dentro porque las grandes faenas vienen cuando los toreros tienen una gran madurez. Por ejemplo, El Juli cuajó una importante faena el pasado San Isidro a un toro de Alcurrucén que fue muy bravo, “Licenciado” de nombre.

 

¿Cómo entiende el toreo?
En mi concepto ha habido una clave que he intentado mantener durante mi carrera. Siempre he querido darle sitio y distancia al toro para que pueda acometer de una forma natural, es decir, que el animal galope y tenga sus espacios. Darle sitio al toro es sinónimo de darle importancia.

 

¿Hoy en día se luce al toro?
No, creo que hay que darle más importancia al toro en la plaza porque es único en su especie y es la materia prima con la que el torero puede triunfar. Para darle importancia al toro hay que tener valor porque, si lo hace, el animal embiste con todo el potencial que proporciona la casta.

 

¿Cómo hay que darle importancia?
Darle distancia para que se crezca en su acometividad y citarlo con pureza para guardarle el respeto que merece. Dar el pecho con la muleta adelantada y planchada y cargar la suerte en el muletazo son las bases fundamentales para enfrentarse al toro.

 

¿Cómo se carga la suerte?
Es la mayor exposición que tiene el torero hacia al toro porque hay que echar el cuerpo encima de la pierna que torea. Hay que tener valor y cintura porque, en ese momento, es muy difícil apartar el cuerpo del camino del toro. Para mí, el toreo es eso: bajar la muleta con la embestida dominada y llevarla hasta detrás de la cadera.

 

¿Dónde hemos visto la mejor versión de César Rincón?
Mi nombre va ligado a Las Ventas y a la ganadería de Baltasar Ibán. Todas las puertas grandes son importantes pero sin la primera en 1991 no sería quien soy ahora. Mi identidad está con la faena y la casta de “Bastonito” porque me levanté frente a la adversidad de Madrid y no me conformé en ningún momento. Los aficionados somos egoístas pero jugarse la vida de esa forma no se puede hacerse diariamente. Ahí está el ejemplo de José Tomás y las pocas tardes que torea.

Jaime Roch

(Entrevista publicada en el periódico EL ROTATIVO en la edición de papel de julio de 2018, Valencia)